domingo, 25 de febrero de 2007

Viaje Invisible - La Corona

He llegado a otro lugar guiado por la luz de mi estrella, aún puedo distinguir rostros disímiles que siguen ajenos a mi existencia. Soy invisible.

Me aparto por un instante de la nueva civilización que visito, a fin de cuentas estoy viajando para tratar de olvidar mi pasado y no para crear nuevos lazos afectivos con los seres vivientes. Existe variada y extensa vegetación aquí, un amplio vergel aparece estremeciendo mis sentidos, sigo flotando -ya no es necesario caminar- las leyes han cambiado para y por mí.

Al posarme sobre la hierba fresca, la brisa ofrece ondulaciones al crecido césped generándome un agradable cosquilleo en la planta de los pies, aún puedo sentir el exterior. En medio del interminable paraje brilla una poderosa luz, es un resplandor maravilloso y magnánimo, me anima a seguir hasta su ubicación embelesado. Estando cerca de la luz y al entrecerrar los ojos pude distinguir una forma, es una corona formada por espigas de trigo, su color dorado fulminante es lo que produce tal brillo desbordante de energía.

Extiendo mis manos para apoderarme de aquella obra maestra de la naturaleza, pero al tratar de acercarlas hasta la corona, el brillo incrementó su potencia hasta cegar mi visión y sólo pude sentir que se alejaba de mí impulsada por la brisa. Cuando recuperé la visión no había siquiera rastros de aquel brillo, en su lugar habían semillas de trigo dorado esparcidas por el lugar, así que las recogí y guardé es uno de mis bolsillos.

Los campesinos del lugar comienzan a llegar para realizar sus labores de trabajo, no me pueden ver, pero el estar rodeado de gente ya no me hace bien. La luz de mi estrella comienza a brillar, quiero seguir esta aventura conociendo otros lugares, el viaje continúa…

jueves, 8 de febrero de 2007

Viaje Invisible - Segundo


… Es día miércoles, he terminado de hacer lo que estaba dispuesto en mi rutinaria vida. Silencio. Los pensamientos se conectan con mi espíritu y en ese diálogo interno algo sucede, es inquietante e incluso incómodo. Por un instante no existo, sólo están las palabras en mi cabeza acompañadas de los despiadados ojos discriminadores clavados en mi sentir y los insistentes oídos amenazantes queriendo escuchar lo que no quiero decir.

Ya es tarde, tarde para lo que he decidido. Sólo necesito objetos que me unan de alguna u otra forma con la superficie terrenal, una foto, un preciado regalo, mi libreta y algunos lápices de diferentes colores que guardo en mis bolsillos. El mundo es demasiado gris, por eso lo estoy dejando. Ya es hora.

El camino comienza justo donde tú me viste entristecer, el inicio del final de todos los males del mundo. Estoy titubeando y no es por el temor a dejar atrás todo, sino ante el vacío que se encuentra bajo mis pies antes descalzos. Es una gran ciudad, me solía agradar, las luces titilan entre el cielo arrebolado. Una estrella comienza a aparecer ante la oscuridad que oscila con gobernarlo todo.

Nadie está mirando, la ventana del séptimo piso mantiene mi prisionero cuerpo aún en este mundo. La luz de aquella estrella está descendiendo, se aproxima hasta mí, es mi camino. Mis manos sueltan las paredes, los recuerdos se revuelven y agitan en mi incansable pensar, me inclino suavemente hasta sentir la agradable brisa acariciando mi rostro y despeinando desenfadadamente mis cabellos asomados bajo el sombrero.

Doy el primer paso que me aleja de la realidad, es un paso firme y sin cuestionamientos, siento una voz a lo lejos que grita mi nombre, esos sonidos retumban adornando con una estela de vibraciones sonoras la vacía habitación a la cual ya no pertenezco. Estoy fuera, pero no estoy a la deriva, sigo en intacta posición ante el haz de luz que proviene de aquel astro en el inmenso firmamento.

No necesito nada más. Todo está en mi mente, todos están aquí pero nadie me puede ver. Estoy suspendido en el aire apreciando todo lo que mis humildes ojos pueden llegar a capturar por última vez. Tomo un profundo e interminable respiro, huele a espigas de trigo y tierra húmeda en primavera, finalmente se escapa un eterno suspiro en el silencio de la noche y mi cuerpo se desvanece.

Pertenezco a otro mundo. Lo puedo ver desde aquí. Nadie me espera, porque ya nada soy. Es el principio de mi viaje…

::: VIAJE INVISIBLE :::


Toda promesa es una deuda que se debe cumplir... comienza el recorrido...

¿Me acompañas en este viaje?